martes, 8 de septiembre de 2020

Mayores

 Me estaba planteando si hacer un es escrito sobre el covid19, está nueva enfermedad que ha destruido tanto almas como formas de vida, que ha atacado de la forma más ruin y rastrera sobre las personas que inspiraban desde pequeños contando sus historias de vida a las que sólo le dábamos sentido cuando ya tienes más de 30 y no te abruman las historias repetidas mil veces, donde miras con ternura sus ojos vidriosos y les animas a recordar para ellos a veces tiempos mejores, para otros guerras innecesarias e injustas. 

Mi abuelo murió con 100 años y siempre recordaba la batalla del Ebro dónde un catalán le salvó la vida, siempre lo contaba con orgullo y siempre me decía que bien estas allí, a que si. Él no hubiese entendido esta guerra sin balas, sin bombardeos, sin asedios, no habría entendido como podía existir algo que destruyera a los más débiles,  cuando en sus guerras iban los más jóvenes. No entendería de confinamiento pero lo hubiese hecho sin quejarse porque es lo que toca, ni discutiría por ponerse una mascarilla porque es obligatorio.

Realmente no entiendo a los negacionistas, mueren personas, se mueren los que tienen esa paciencia que solo los años y la sabiduría consiguen, los maestros de historias y de trenzar con esparto, lo que saben beber en un botijo y saben para que sirve una tinaja, los que le dan valor a una reunión familiar, los que se alegran al verte cuando los visitas, los que tienen mil anécdotas nuevas y los que siempre te miran con nostalgia pensando como has crecido tanto, cuando dejaste de ser esa niña traviesa que te gustaba salir a andar con él. Se muere nuestra historia, nuestro pasado.

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